Guanajuato, Gto 22 Mayo 2022.- “Político profesional de tiempo completo, funcionario de larga data, buen comensal, hombre culto, esposo devoto, buen padre, abuelo cariñoso, en resumen, un buen ser humano”, fue como definió el diputado Alejandro Arias a Amador Rodríguez Leyaristi, a quien siempre recordará como un amigo entrañable.
Y fue en una sesión del Consejo Político Municipal del PRI, su partido, donde se rindió un homenaje póstumo a Rodríguez Leyaristi, “Amadore, para sus amigos”, para quienes convivieron con quien se caracterizaba “por su arrolladora personalidad y su inigualable sabiduría”.
El legislador recordó que él y otras personas solían desayunar periódicamente con Amadore: “Éramos un grupo disímbolo en personalidades, intereses e ideologías, y en algunas ocasiones invitábamos algún personaje a platicar, generando todo tipo de comentarios e interpretaciones ante tales encuentros, pero conforme fue pasando el tiempo, se depuró el grupo y sólo tenía ya una característica sólida y firme: la amistad”.
A la ceremonia asistieron hijo y nietas de Amador Rodríguez Leyaristi, a quien Arias Ávila definió como un hombre culto, con el que era un deleite platicar o, más bien escucharlo, que se distinguía además por una capacidad política que era motivo de consulta permanente de políticos de todos los signos partidarios, de gobernantes y de hombres de negocios.
En su remembranza, Alejandro Arias se refirió al priismo acendrado de Rodríguez Leyaristi, cuyo amor al partido “sólo era comparable al que sentía por su equipo el León, y el real Madrid”, y a su vasto conocimiento sobre opera y cine, temas que llegó a abordar o sobre los que entrevistó a artistas de corte nacional o internacional.
También habló del orgullo de Rodríguez Leyaristi por su hijo, Amador chico, y del amor, admiración y respeto que develaba al escucharlo hablar de María Elena, su esposa, aun después de su partida, así como de su alegría que proyectaba al hablar de sus nietas, al compartir “sus andanzas con ellas, en las que volvía a ser niño”.
Al final de su mensaje, Arias Ávila, quien tuvo una relación muy cercana, cotidiana y de afecto personal con Amador Rodríguez, confesó, con voz entrecortada, que “al último hombre que le lloré fue a mi padre, hasta que me enteré de la muerte de mi amigo”.